Lo que comemos y cómo nos sentimos

 

Cuando se trata de una salud óptima y un bienestar general, lo que la investigación moderna está comenzando a descubrir es que aislar el estilo de vida individual y los factores de comportamiento es un juego de perdedores. La salud no es una dieta específica, una modalidad de ejercicio o una píldora mágica, sino la sinergia de varios comportamientos positivos que están interrelacionados. La publicación reciente de SMILES es una prueba más de que la clave para la salud y vitalidad de por vida es la pirámide de bienestar de doTERRA, con una base sólida proporcionada por una nutrición adecuada. 

 

 

El estudio tuvo como objetivo investigar cómo los diferentes programas de mejoramiento de dieta influirían en las métricas de salud emocional, según lo determinado por dos evaluaciones estandarizadas calificadas por entrevistadores. Se inscribieron 67 participantes en total, con 34 en el grupo de control y 33 asignados al grupo de intervención dietética. En el transcurso de 12 semanas, el grupo de intervención dietética se reunió con dietistas y se les aconsejó que revisaran sus dietas y se les educó sobre los conceptos de alimentación consciente. Si bien el asesoramiento dietético fue individualizado para las necesidades de cada participante, los participantes fueron guiados a limitar estrictamente el consumo de alimentos altamente procesados. El grupo de control no recibió ningún apoyo nutricional y se les pidió que continuaran con su régimen dietético regular. A ambos grupos se les pidió que mantuvieran un registro diario de alimentos y recibieron apoyo social regular proporcionado por un "protocolo de amistad manualizado", que incluía reuniones semanales con profesionales capacitados en salud psicológica. 

 

Junto con las evaluaciones de salud emocional, se recopilaron datos clínicos con respecto a los marcadores de salud física (altura, peso, IMC, presión arterial) al principio y al final del estudio. Al final del estudio, aproximadamente el 30 por ciento de los participantes en el grupo de intervención dietética mostró una mejora significativa tanto en el puntaje MADRS como en el HADS, mientras que solo el 8 por ciento de los participantes en el grupo de control (que solo recibió el apoyo social) mostró un progreso similar. Según las revistas de alimentos, aquellos en el grupo de intervención que mejoraron más su dieta general también experimentaron el mayor progreso en sus puntajes en las evaluaciones MADRS y HADS. 

 

   

 

Si bien no hay nada impactante sobre la conclusión de que el mejoramiento en los hábitos de vida y los marcadores de salud física tienen un impacto directo en la salud emocional, el estudio SMILES abre algunas nuevas preguntas sobre la conexión entre lo que comemos y cómo nos sentimos. Específicamente, independientemente de los cambios en la salud física, los datos mostraron claramente que aquellos que se adhirieron más a los hábitos alimenticios nuevos y más saludables, mostraron el mayor mejoramiento en la salud emocional.