Después de la explosión


Para los habitantes de Beirut, Líbano, el 4 de agosto de este año es un día que no olvidarán pronto. Una enorme explosión mató a cientos de personas e hirió a miles, creando una ola de presión que se sintió a más de 150 millas de distancia. Fue una de las explosiones más importantes de los tiempos modernos; la explosión no sólo mató e hirió a los residentes de Beirut, sino que las consecuencias dejaron a casi 300.000 personas sin hogar.

 

Tras la catástrofe, un seminario libanés local, el Arab Baptist Theological Seminary (ABTS), utilizó uno de sus edificios universitarios para alojar a 50 familias desplazadas. Debido a la pandemia del COVID-19 y a las vacaciones de verano, el edificio de la universidad estaba casi vacío, por lo que se proporcionaron dormitorios a más de 150 personas necesitadas.

 

En cuanto la Defensora del Bienestar Anita Delhass-Van Dijk se enteró de la explosión, inmediatamente hizo planes para ayudar. Anita es la propietaria de su propia organización sin ánimo de lucro, Re-Starter, y por tanto sabe que el tiempo es esencial a la hora de ayudar a los afectados por cualquier tipo de desastre. Ella se puso en contacto con la Fundación doTERRA Healing Hands® para establecer una campaña de igualación para convertir los dormitorios universitarios vacíos en viviendas temporales, y proporcionar alimentos para los que se alojan allí.

 

Anita y Victoria Plekenol, Diamante Azul, lideraron los esfuerzos de recaudación de fondos por su parte, y la Fundación doTERRA Healing Hands igualó las donaciones. Con este apoyo financiero, las familias alojadas en los dormitorios de la ABTS recibieron tres comidas al día. Los fondos también permitieron conseguir los artículos necesarios para los dormitorios, como camas y refrigeradores, y pagar las furgonetas y el transporte. Los estudiantes y los voluntarios acudieron en ayuda de estas familias desplazadas, donando tiempo y esfuerzo para proporcionarles apoyo en un momento tan tumultuoso e incierto. Para las familias afectadas por la explosión, perder sus hogares en medio de una pandemia mundial -incluso cuando su país de origen ya tenía problemas económicos- fue la gota que colmó el vaso.

 

Gracias a la ayuda de Anita y Victoria, de la Fundación doTERRA Healing Hands, de Re-Starter, de la ATBS y de otros abnegados voluntarios, estas familias tuvieron un lugar donde descansar y comida mientras determinaban cómo volver tras semejante devastación y tragedia.


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